El gobierno de los otros. Confesión y control de la conciencia en la España Moderna

Autor/es:
González Polvillo, Antonio
0000-0003-2957-2224

Esta obra nos descubre la importancia de la confesión y la dirección de conciencia en la España de los siglos de la Edad Moderna. En ella se desarrollan las preocupaciones que los autores más relevantes de la Contrarreforma española, a través de los manuales para confesores y penitentes, habían desarrollado en relación al sistema normativo-moral, los escrúpulos, los problemas de la atrición y la contrición, la absolución, la penitencia, el poder de las llaves, el papel del confesor y la posición del penitente en el propio acto de la confesión. Asimismo se nos revela el papel del pecado y su efecto en la acción de obrar del fiel-súbdito, el sentimiento de culpa que la transgresión a la norma conductual impuesta llevaba aparejada en la conciencia del penitente, las formas de pecar y la estructura de ese espacio virtual en el que se procesa la acción de obrar del ser humano y que conforma su propia mismidad: la conciencia. Objetivada en la conciencia impresa, expresada en múltiples sumas teológicas y manuales.
Pero este libro no se queda ahí, intenta ir más allá y descubrirnos el verdadero poder que tuvo la confesión en orden al disciplinamiento social en un Estado confesionalizado. Analiza el discurso y la practica de la confesión conceptualizados por los autores de manuales y transmitido por los confesores, pero también la recepción en la conciencia del penitente y su efecto en la estructura esencial del ser humano y en el constreñimiento de su libertad volitiva. Se ubica a la confesión como tecnología de control social y técnica de poder en el ámbito del gobierno pastoral, de las relaciones de Pastorado, la función del propio confesor y las tácticas de coerción, de violencia simbólica de las conciencias, que emplea para ejercer el control de su propia intimidad.
El gobierno de los otros es una obra rigurosa, fruto de pacientes lecturas de manuales de confesión, que nos muestra al penitente, obligado en su conciencia a acudir periódicamente al confesonario, como un actor pasivo de la confesión, al que veremos examinar su conciencia, explayar su gestualidad ante el confesor, afrontar los problemas de callar los pecados por vergüenza, sentir la tristitia producida por esa radical enfermedad barroca del escrúpulo y, por fin, declarar su última confesión en los momentos finales de la vida.