Un grupo de compañeros, de discípulos, de amigos, hemos querido dejar testimonio, con este volumen, de aprecio, afecto y respeto a la obra y a la bonhomía de nuestro -permítasenos- querido Manolo. Entiéndanse las siguientes páginas, pues, como muestra de gratitud y reconocimiento a Manuel Carrera Díaz.

Discípulo ideal de Félix Fernández Murga y de Joaquín Arce, padres primeros de la italianística universitaria española, pero impregnado asimismo del magisterio de Fernando Lázaro Carreter, tras un retorno a la Salamanca de los tiempos de su licenciatura, gana a finales de esos mismos años setenta la cátedra de Filología Italiana en nuestra Universidad, la Hispalense. Un dinámico celo sitúa su trayectoria profesional en nuestras aulas, y en ellas lo mantiene desde su treintena hasta la actualidad: cuatro décadas.